El poeta se acercó con su toalla al río pensando en cuánto le gustaría darse un baño. En ese momento pisó la púa de un cardo y todos pudimos ver su caída.
El río parecía un océano mientras el poeta chillaba preocupado porque le había entrado agua en un oído. En medio del caos, yo miraba el baúl y pensaba si era el momento de espiar un poquito su contenido.
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